La estupidez es como el cáncer, se extiende

Sin mediar ninguna explicación, entre gallos y medianoche con el silencio cómplice y complaciente de una prensa sometida al avisito publicitario, el Ministerio de Transportes avanza en la consumación de una estupidez, esta vez de nivel nacional, viabilizando mediante reglamento las Revisiones Técnicas Vehiculares, que serán obligatorias en toda esta República, que de republiqueta no tiene sino un altísimo porcentaje de "autoridades" incluyendo las mediáticas.

Lima resultó pequeña para las ambiciones de los importadores de carros y la lenidad de funcionarios por lo menos incompetentes para servir al país.

No sólo el Congreso de la República cedió ante la turbia presión de los lobistas (más por lobos que por cabilderos) de las Revisiones Técnicas Vehiculares, apoyados pasiva y hasta activamente por ciudadanos ingenuos y también decididamente equivocados (hasta con gusto), que sin más razones que octavos de verdad (que ni siquiera llegan a ser medias verdades), sostienen sin ninguna verguenza, que las Revisiones Técnicas Vehiculares, servirán para que ya no hayan tantos accidentes ni contaminación, sabiendo que esto es una mentira en todos los idiomas.

Pero, estos lobistas y sus ayudantes mediáticos podrían decir lo que quisieran, incluyendo las señaladas mentiras, y eso podría ser finalmente una anécdota más de la defensa de los intereses privados por encima de la lógica y de la propia decencia, al fin y al cabo en este mundo cambalachero eso no es ninguna novedad.

Pero que los congresistas, ministros y funcionarios que deben cuidar los intereses de los ciudadanos frente a las arremetidas de los excesos particulares, se sometan a estos tan descaradamente, eso sí debe llamar la atención de las personas serias y pensantes de este país para que levanten su voz de protesta, porque tratarnos como a idiotas es un exceso inaceptable incluyendo a los idiotas, e inmerecido para los demás ciudadanos.

Pero uno, aunque tenga una visión muy clara de la absoluta inefectividad de estas malhadadas Revisiones Técnicas Vehiculares, también debe tener la hidalguía de poner en duda aún tan grande certeza.

Por ello, ofrezco el beneficio de una duda diminuta y acepto las Revisiones Técnicas Vehiculares con una sola condición: Que se ofrezca una meta de reducción de contaminación (que deduzca el efecto la mejora de la calidad de los combustibles establecida por normas vigentes), y de los accidentes vehiculares como metas anuales por los próximos 3 años, de tal manera que se justifique el esfuerzo que realizaremos casi dos millones de ciudadadanos, y se publiquen las cifras detalladas de contaminación y accidentes controladas por un organismo independiente en períodos mensuales durante el plazo señalado, a fin de determinar si las Revisiones Técnicas Vehiculares tienen el efecto deseado en la disminución de la contaminación y los accidentes con relación a las metas trazadas. En caso contrario, que se terminen.

Y además de reiterar mi propuesta original referente a que el costo de las Revisiones Técnicas Vehiculares podría ser aplicado a soluciones verdaderas al problema (modernización del transporte público, vías y semaforización), ofrezco una idea adicional que de aplicarse como debiera, también contribuiría significativamente a reducir tanto los accidentes como la contaminación: Que los choferes de vehículos de transporte de carga y pasajeros deben estudiar en institutos acreditados como Senati, Tecsup y otros de prestigio un mínimo de 2 años para vehículos ligeros y 3 para vehículos pesados. Sólo la profesionalización de los choferes podrá reducir de manera drástica los accidentes vehiculares, que se deben a fallas humanas en más del 99%, incluyendo la mayoría de fallas mecánicas (menos del 3% del total) que no son resueltas a pesar de ser conocidas por los dueños y choferes de los vehículos.

Cordialmente. Alberto Morán